Al Embalse de Monteagudo de las Vicarías se accede por varios caminos, pero si se viaja en coche el más cómodo es por la carretera que desde Monteagudo se dirige a Fuentelmonge. Se encuentra a pocos kilómetros. Se forma con el agua del río Nájima, que nace en Bliecos, desagua en el Jalón y juntos van en busca del Ebro. Pese a su corto recorrido deja, además del embalse, una magnífica vega en Monteagudo y un buen espacio de regadío en Serón de Nájima. Tiene 110 hectáreas de superficie y un observatorio ornitológico. No tuvimos suerte el día que paramos en su orilla a comer, sólo vimos tres o cuatro patos. A cambio, el aroma del tomillo (endémico éste de Castilla y León), nos acompañó en toda la visita. El suelo, muy salino, permite una vegetación halófila (precioso nombre que significa amante de la sal en griego) como el senecio aurícula (que me pareció senecio lanudo), además del tomillo.
