Huellas de Soria

Huellas de Soria

La peculiar luminaria de Pedrajas

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Fotos: Javier Sáinz y Leonor Lahoz

En las cuatro estaciones del año se encienden hogueras en todo el mundo. Frazer divide los ciclos del fuego en Fuegos cuaresmales, Fuegos pascuales, Fuegos de Beltane, Fuegos del solsticio estival, Fuegos de la víspera de Todos los Santos, y Fuegos del solsticio invernal. Este capítulo que hemos denominado Pequeño ciclo de invierno, y donde recogemos las fiestas de la Candelaria, San Blas y Santa Águeda, no encaja en ninguno de los apartados que Frazer estudia. Pero en un pie de página de “La rama dorada”, anota algo sobre santa Brígida, de quien sus hagiógrafos dicen que, además de patrona de Irlanda, era la diosa del fuego y de la fertilidad. Su fiesta conmemorativa se celebra el día 1 de febrero, y al día siguiente el de la Candelaria, coincidiendo con la fiesta del fuego y de la fertilidad en la pagana Roma a finales del siglo V, en la que el papa Gelasio, no pudiendo suprimirla, la sustituyó.

Es necesario reconocer la deuda que el mundo occidental tiene con la antigua Roma cuyos dirigentes, hasta la cristianización, aceptaron como suyos ritos y dioses de todos los pueblos que conquistaban incorporándolos a su propio panteón. Debían pensar algo parecido a aquello de algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Nada escribe Frazer de una fiesta celta que tenía lugar en una de las cuatro divisiones que hacían del año, la de Imbolc, y cuyas celebraciones se hacían los primeros días de febrero. Sólo lo anotamos al no poder comprobarlo, ni oral ni documentalmente.

La iglesia Católica hizo coincidir la fiesta de la Candelaria o de las Candelas con la Presentación de Jesús y la Purificación de María tras el parto. Más tarde se añadiría San Blas y Santa Águeda, dando lugar a tres días seguidos. Candelaria, 2 de febrero; San Blas, 3 de febrero; y Santa Águeda, 5 de febrero. No resulta descabellado decir, pese a la carencia de documentos, que este pequeño ciclo festivo de invierno está relacionado con aquella fiesta celta. (…)

                                                                                     Tal y como vivíamos (I. Goig)

En el ciclo festivo de invierno, relacionado con el fuego es necesario añadir las lumbres en honor de San Antón, que se encienden alrededor del 17 de enero, fecha en la que se conmemora su festividad. Este monje egipcio, patrón de los animales, es homenajeado en muchas localidades. En Jaén son famosas las “lumbres de San Antón”, que se encienden por toda la ciudad con los trastos viejos que los muchachos han ido recogiendo por las casas. Alrededor de la lumbre se bailan los melenchones, canciones típicas de Jaén de temática algo picante.

En Soria se encienden luminarias en muchos pueblos, pero en uno de ellos, concretamente en Pedrajas (Barrio de Soria en la actualidad), tiene lugar el sábado más próximo a la festividad del santo, una hoguera muy peculiar, toda vez que todo el que acude contribuye al buen y gran fuego lanzando ramas. Previamente, por la mañana, los mozos y no tan mozos, acuden al monte para cortar ramas de roble y hacer con ellas dos montones. Sobre las 20,30 encienden con troncos la base de la hoguera. Cuando las llamas han alcanzado una buena apariencia, el presidente de la Asociación de Vecinos de Pedrajas (este año de 2024 José Alberto García), abre la veda para lanzar ramas al fuego. Momento especial para los niños (y también para los mayores), que lanzan ramas hasta que los dos montones desaparecen. La fiesta la amenizan los gaiteros y mientras la lumbre se va consumiendo, los miembros de la Asociación reparten entre todos los asistentes pan, chorizo y torreznos, y las botas de vino corren entre la gente para que pase bien el chorizo, que ya se sabe, como dijo Francisco de Quevedo: “No hay cuestión ni pesadumbre que sepa, amigo, nadar, Todas se ahogan en vino, todas se atascan en pan”.