Me parece que fue Alfonso Guerra quien dijo, hace ya muchos años, que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió. Otro tanto puede decirse de Soria. De unos años a esta parte son continuas las alegrías en esta ciudad, también en la provincia, justo es decirlo, pero de eso escribiremos en otra ocasión. Las obras que se están llevando a cabo en el cerco de la muralla, en distintas localizaciones, me hacen subir con frecuencia al castillo, aunque ahora sea necesario hacer un alto hasta que el frío de un respiro. También hasta el paraje del Mirón dirijo los pasos y procede otra parada en el tiempo, pues los Cuatro Vientos tienen una denominación más que adecuada.
Qué decir de las márgenes del Duero que no haya reportajeado y expuesto el gran Tomás Pérez Frías en colaboración con María Jesús Arlegui, su mujer. Una magnífica colección de fotos de su propiedad, ilustra y asombra la publicación que hizo el Ayuntamiento de Soria.
La última alegría que esta ciudad nos ha dado ha sido la inauguración del Espacio Santa Clara que expuso ante el público otro grande de la Cultura soriana, Juan A. Gómez-Barrera y cuya restauración se debe al equipo de arquitectos compuesto por Javier Ceña, Emilio Jubero y Beatriz Carro. Este espacio, conocido casi desde siempre como Cuartel de Santa Clara, desde su construcción en el siglo XVI, ha sido utilizado para actividades variopintas. Monjas de Santa Clara hasta que una de las exclaustraciones, la de 1833, las obligó a marcharse, y durante veinte años se acogieron a las casas que algunos nobles les cedieron hasta que encontraron su vivienda definitiva, hasta hoy, en el Monasterio de Santo Domingo. Cuartel, Campo de concentración de 1937 a 1939 y ahora, restaurado, luce magnífico.
De Pelayo Artigas, recogido en el desplegable editado por el Ayuntamiento, Juan A. Gómez-Barrera refiere: “El templo de grandes y buenas proporciones, de planta rectangular y una sola nave, sin capillas laterales, y con un ábside pentagonal a la cabeza. Que en el muro de fondo, a los pies, estaban los dos amplios coros, alto y bajo, cerrado aquel por una gran celosía. El inferior tenía un comulgatorio en arco redondo, con imágenes pintadas de San Francisco y Santa Clara en los costados y una custodia encima…”.
Además de la nave de la iglesia restaurada, se han habilitado unos espacios para exposiciones. El día que visité el Espacio Santa Clara, había una exposición, de diciembre 23 a febrero 24, de obras de Miguel Ángel Sánchez, Eduardo Mazariegos, Emilio Rocha, Nedim Dzananovic, Paz Santos y Ricardo González, comisionada por Ricardo González Gil, escultor.