Estos son los abedules del abedular de Cabrejas y la foto es del periodista José Luis Bravo. Está en un disco de magníficas fotos de la provincia que José Luis me dio y que yo pensaba perdidas. Estoy haciendo arqueo (no de caja, pues nada existe ahí para arquear) pero sí de esas cosas más o menos últiles que vamos acumulando a lo largo de los años y que nos acaban devorando y ahí estaba. Estos abedules o betulas, caducifolios, esbeltos y elegantes, no muy ancianos (apenas resisten cien años), con hojas diuréticas y antiinflamatorias y que soportan las heladas (por eso se alzan en Soria), son símbolos de luz y espiritualidad, los celtas ejecutaban con ellos ceremonias para provocar la lluvia. Y para mí resulta, precisamente este abedular, un recuerdo de esos de los que no nos pueden expulsar, el único paraíso, el de los recuerdos, sólo nuestro. Noto el sotobosque de helechos rozando las piernas y yo abrazando el tronco por donde escuchaba lo que me parecía savia subir por él. Y mientras escucho la mamma morta en voz de Caballé, revivo aquellos instantes acompañada, ni más ni menos, que por mi hija, entonces muy jovencita.
