Fotos: Marcos Carrascosa
Un año más Sarnago ha puesto su nombre en lo más alto. La Semana Cultural ha estado repleta de actividades de primer nivel, como la presentación de la última publicación de Carmelo Romero a quien acompañó Mercedes Álvarez, o la asistencia de Jesús Cintora con su obra. Se han entregado premios, el de relatos con el nombre de Abel Hernández y el Esteva que fue entregado a la fundación DeArte de Medinaceli. También Javier González dio una charla sobre inteligencia emocional y vida rural. Este año ha sido el antropólogo Eduardo Aznar Martínez el encargado de presentar el número de la revista, mascarón de proa de la Asociación de Amigos de Sarnago. En fin, una semana que cada año se supera. La culminación ha sido las fiestas de las Móndidas.
Hace años que acudo a estas fiestas notables, aunque los últimos no ha podido ser por motivos personales, pero siento, cuando no subo a ese pueblo mágico, que algo me falta, que el verano no ha estado completo. Por que Sarnago y sus gentes representan algo esencial en esta provincia: la búsqueda de unos orígenes que están empeñados en que no desaparezcan, el renovarse cada año en cuanto a las actividades culturales y, a la vez, mantener la esencia de lo que fue en el pasado. Todo ello gracias a unos sarnagueses firmes en su quehacer.
Sarnago se ha convertido ya en un referente nacional que traspasa fronteras y que crece año tras año. Se trata de una proeza que arrastra a pueblos de alrededor en un ejemplo a seguir con mayor o menor fortuna. Quizá los cestaños de las mozas mondas con su ofrenda de pan azafranado debajo, les traiga a los sarnagueses, año tras año, buena suerte. Claro que esa buena suerte sin el esfuerzo de hombres y mujeres de Sarnago no serviría para nada.
Y es necesario hacer hincapié en las mujeres sarnaguesas, artífices del buen hacer de todas las celebraciones, indispensables. Las mayores, sentadas caralsol, miran hacer a quienes les han sucedido, ellas ya han cumplido con su tarea.