Huellas de Soria

Huellas de Soria

El lavadero de Navalcaballo

De unos años a esta parte los habitantes de los pueblos han vuelto la vista a unos espacios, pequeños edificios, sencillos, pero rebosantes de historia más o menos reciente, de historias pequeñas que componen una muy grande, de antropología, de voces, de susurros y de murmullos de mujeres, siempre mujeres, con las manos rojas y la frente sudorosa pese a los hielos. Son los lavaderos públicos de los pueblos construidos en su día a fin de aliviar el esfuerzo de las mujeres lavando en ríos o arroyos. Muchos de estos edificios han sido restaurados con apoyo de las distintas administraciones o agencias sociales adscritas o dependientes, más o menos, de ellas.

El lavadero de Navalcaballo, entidad agregada al municipio de Los Rábanos y muy próxima a la ciudad de Soria, es un buen edificio que ha sido convertido en una exposición permanente de fotografías alusivas al pueblo y custodiadas en el Archivo Histórico Provincial de Soria. Seis paneles ponen en situación al visitante:

“(…) En el lavadero recuperado corren hoy los ecos de otro tiempo. Es fácil imaginar un sonido de mujeres. Intuir sus manos sobre la piedra. El relato de los inviernos y los hielos. Sábanas y sabañones. Enaguas en el agua. Frotar y aclarar. (…)”. Distribuidos por las paredes, entre las fotos, otros paneles explican la filosofía de la exposición: “Las miradas que nos miran”. “El espejo de la memoria”, de Susana Gómez Redondo. “Lo que fuimos y lo que somos”. “Y tú, ¿de quién eres?”.

Las fotos, muy bien seleccionadas, muestran a campesinos plantando chopos, inauguración de la fuente, jóvenes mujeres recubiertas con mantones de Manila y otras escenas de la vida del pueblo cuando el número de habitantes no habían menguado. Todo ello en un edificio limpio, amplio, con agua cristalina en el lavadero, ventanas por donde entraría la luz abundante para poder ver las manchas y una techumbre fuerte, como si de un templo se tratara.

En la exposición se ve, y con razón porque así es, la mano impagable de Eduardo Ayllón, muy vinculado a Navalcaballo, y las viejas y hermosas fotos. Allí encontré a Auxi Sánchez, directora del Archivo, y fue gracias a Eduardo que me facilitó las llaves y me lo mostró, tanto el lavadero como la iglesia.