El pasado viernes 4 de agosto, dentro de Expoesía, poetas, escritores y amigos rodearon, con mucho cariño, a María Ángeles Maeso. Un merecido homenaje a su ya larga trayectoria como poeta comprometida, persona solidaria, intelectual de altura y, todo ello, sin que, gracias a su sencillez, se haya convertido en un ser altivo. Compone poemas de compromiso social, escribe narrativa, da clases en Secundaria de Lengua y Literatura, recibe premios (Jorge Manrique, León Felipe, Teresa León…), y le queda tiempo para darse a los demás, para ser madre y abuela, organizar talleres y todo aquello que le propongan o salga de su creatividad.
Nació en Valdanzo, un pueblo de la Ribera del Duero, con bodeguillas excavadas bajo tierra, y allí coincidí con ella un día de verano y siega, se vistió a la vieja usanza, trilló, recogió las mieses, ayudó a cocinar para todos los que acudimos a la fiesta, como una más. Hemos coincidido muchas veces, en el lavadero de Muriel Viejo, por ejemplo, con su amiga -y mía también-Herminda Cubilla, recreando viejos oficios, como el de lavar la ropa.
Larga vida a esta mujer de sonrisa eterna, a esta gran poeta de poesía para el pobre, poesía necesaria, como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, así lo recordaba Carmelo Romero y cantaba Paco Ibáñez, y larga vida a la grandísima persona que es María Ángeles Maeso. Eso le deseamos el viernes sus amigos, entre los que se encontraban Carmelo Romero, Carmen Boíllos, Marisa Muñoz, Jesús Bárez y muchos otros. El acto estuvo organizado por Herminda Cubilla e Isabel Miguel.