Tres nombres míticos. La grandísima María Casares (1922-1996), gallega, hija de Santiago Casares Quiroga, presidente del Consejo de Ministros hasta 1936, cuando él y toda su familia se vieron obligados a exiliarse en Francia. María, que llevaba la saudade en el fondo de sus ojos negros, mostró a los franceses todo su arte y todo su compromiso, subida a los escenarios, entre cigarrillo y cigarrillo, entre Albert y Camus, entre Camus y Albert, el gran amor de su vida. El guitarrista Pedro Soler, nacido en Narbonne, que aprendió de los andaluces exiliados el arte del flamenco y acompañó, entre otros muchos, a la gran Carmen Amaya y a Enrique Morente, se han dado cita, en imagen y sonido, en el centro de otro recordado artista y escritor, el soriano Juan Antonio Gaya Nuño. En el amplio y luminoso salón de exposiciones de la primera planta, fotos y paneles informativos, con el fondo de la guitarra de Soler acompañando a la voz ronca de María, enseña a los visitantes el homenaje que ambos le hicieron, en 1989, a Antonio Machado en Colliure. Cómodamente sentada, me dejé llevar por todas las emociones que procuran tan grandísimos personajes, recordando la lectura de Camus y su juez penitente, de María soñando Galicia mientras era entrevistada por Soler Serrano en un antiguo “A fondo”, por la guitarra del cante jondo y por Machado “meditando absorto, devanando los hilos del hastío y la tristeza”. Durante toda la Semana Santa se podrá disfrutar de todo eso.