
El próximo viernes, 3 de marzo, a las 18,30, en la Sala de plens del Ajuntament de Sant Joan (Mallorca), tendrá lugar una xerrada-conferència titulada Reines de Mallorca. Estará presentada por Climent Picornell Bauzà y Gabriel Ensenyat Pujol (doctor en Història Medieval). El precioso cartel ha sido diseñado por Joseph Mas i Llaneres, todos pertenecientes al Grup Jaume IV. “Escrits que criden. Dones que callen”, dice el subtitulo de Reines de Mallorca. A lo largo de la vida hemos tendido a ver a las mujeres reales como vientres donde engendrar herederos, seres para firmar paces o ampliar territorios, sometidas a la voluntad del padre rey, al tío rey, al abuelo rey… Ejemplo del que abusaron, por ejemplo, los Reyes Católicos. Según las crónicas y libros bien documentados, las princesas acogían con gusto los matrimonios siempre que fueran con príncipes herederos o segundones, que nunca se sabía cuando las luchas o las epidemias podrían acabar con los herederos. Algunas de estas mujeres llegaron a ejercer el poder real en ausencia del marido o como regentes en la menor edad de los herederos.
Existió una mujer en la Baja Edad Media notable, luchadora, inaccesible al desaliento, pese a las trabas que encontró a lo largo de su larga vida. Esa mujer fue Isabel de Mallorca, muy bien elegida para la conferencia de Sant Joan alrededor de las fechas dedicadas a la mujer trabajadora. Feminista, cuando se ignoraba el significado de esa palabra, reivindicativa hasta su muerte, silenciada por la monarquía catalano-aragonesa desde que el hermano de su madre, la reina Constanza de Mallorca, Pedro IV el Ceremonioso, liquidara el reino mallorquín para siempre.
Nació en Perpiñán hacia 1338 y falleció en París hacia 1404. Durante sus largos años para esa época, vivió una dura vida, la misma que sus padres y su hermano. Fue hija de Jaume III, muerto en la Batalla de Llucmajor en 1349. Sólo tuvo un hermano de quien supo con cuanta crueldad le trató Pedro IV, su propio tío, teniéndolo durante años encarcelado en condiciones impropias, no ya de un heredero, si no de un sobrino, incluso de un ser humano a secas. Casó con el marqués de Montferrat y de él parió a cinco hijos, la única mujer, Margarita, casaría con un miembro de otra estirpe perdedora, Pedro II de Urgel. Isabel, viuda y con su hermano libre (antes había casado con Joana de Nápoles) se unió a él para seguir luchando por el trono de Mallorca. Incansable, infatigable.
Enfermo Jaume, llegaron a Soria y en la casa del arcediano, en presencia de varios nobles (entre ellos quien más tarde sería duque de Medinaceli), redactó testamento pidiendo ser enterrado en el convento de San Francisco y dejando el perdido reino de Mallorca a su hermana Isabel. Hace ya algunos años que el Grup Jaume IV excavó una zona del convento para tratar de localizar los restos del desgraciado rey. No se ha podido volver a ello debido a cuestiones económicas. Es necesario mencionar y agradecer aquí y siempre, al doctor don Carlos de la Casa, por entonces delegado de la Junta de Castilla y León, por su apoyo, también económico.

La tarde del viernes, 3 de marzo, se escucharán en esa charla de ilustres conferenciantes, los nombres de mujeres irrepetibles: Constanza de Aragón, Violant de Vilaragut, Isabel de Mallorca, Margarita de Urgel y también se podría añadir a Leonor de Urgel, nieta de Isabel, que se retiró a vivir lejos de las traiciones a las montañas de Tarragona y en la Cova Nialó terminó sus días.