Huellas de Soria

Huellas de Soria

Carretas y Sarnago

Fotos: Soria Noticias

Allá vienen las carretas…

lo han dicho el pinar y el viento,

lo ha dicho la luna de oro,

lo han dicho el humo y el eco…

Juan Ramón Jiménez

Carretero. “Que cada y quando que los carreteros, ó cada uno de ellos, pasaren, y fueren por las Ciudades, Villas y Lugares de nuestros Réinos y Señoríos, y sus términos, con sus bueyes, mulas y carretas y carros, que los dexen y consientan pacer, estar y parar sus, carretas y carros”. Fuero Juzgo, lib. 8, tit. 3, 1.8”. (DA).

Algunos pueblos de la Sierra de Neila (Burgos), con Quintanar de la Sierra a la cabeza, y de Soria, capitaneados por Molinos de Duero, crearon la Cabaña Real de Carreteros, cuyo título verdadero fue Junta y Hermandad de la Cabaña Real de Carreteros, trajineros, cabañiles y sus derramas.

A final del siglo XV los Reyes Católicos les concede la exclusiva en el transporte por los caminos de España. Además, les concedieron los derechos de paso libre por terrenos comunales, proveerse de madera para arreglos de las carretas y preparado de comidas, siendo éstas, principalmente, el denominado ajo carretero. Estaban exentos de cumplir el servicio militar. Pero el transporte de los carreteros comenzó mucho antes de esa fecha de privilegios. (De oficios. I. Goig)

“Las carreterías prestaban servicios de carácter privado, como el transporte comercial de frutos y manufacturas en el interior de la Península y para el comercio exterior y, además, prestaban servicios de carácter público, tanto en guerra como en paz. En tiempo de guerra podían ser confiscadas las carreterías para el transporte de víveres, municiones, pertrechos, heridos y enfermos. (…) Además podían ser requisadas las carreterías por los intendentes de las provincias para el transporte del numerario recogido por la recaudación de las alcabalas para llevarlo a Madrid, y para el transporte de las remesas de metales preciosos llegados de Indias a Sevilla, desde este puerto a Toledo, Madrid o Segovia, aunque la mayor parte pasaba a otros puertos de Italia para pagar a los banqueros genoveses, austríacos o flamencos. Otro transporte de carácter público era también el de la sal, pues la sal estaba estancada y el impuesto sobre la sal era un arbitrio general, por su gran difusión, de gran importancia para la Hacienda, y eran las carreterías las que la cargaban en las salinas de Poza (Burgos), Imón (entonces Soria), para llevarla no sólo a las “Casas de la sal” que había en las capitales y pueblos importantes, sino a los pueblos, no sólo para el consumo humano sino también para el consumo de los ganados; y por esto explican los carreteros, en el citado pleito con los sexmeros, que tienen que apartarse de los caminos, por no haberlos, e ir a campo traviesa para llevar la sal a ciertos pueblos. El reparto de la sal dependía de la Secretaría de Hacienda, así como el transporte de personas notables y de sus bagajes; pero siempre, en todo caso, por orden oficial y con la recompensa debida”. (José Tudela).

Decir que la Asociación de Amigos de Sarnago transcurre por una primavera y un verano movidito, es cierto, pero también lo es que en Sarnago no paran en todo el año. El proyecto de coliving que va convirtiéndose ya en realidad, requiere de mucho esfuerzo comunitario, a lo que hay que añadir el resto de actividades. El sábado día 14, los sarnagueses rizaron el rizo al unirse con los carreteros de Pinares para recibir de ellos, para su espacio comunitario, una viga histórica, del siglo XVI, procedente del Hospital de la Concepción, de Burgos. Es necesario, muy necesario, reconocer la capacidad y el ingenio de la Asociación de Sarnago para crear unas actividades que no se dan en el resto de la provincia, ni de otros lugares. En otra entrada escribiremos del premio Esteva, otra actividad que sale de lo común. Lo que comenzó siendo una idea,  una acción para no dejar caer el pueblo, para recuperar las viejas tradiciones, se ha convertido en un referente que nos atrevemos a calificar de un ejemplo para el mundo despoblado, mucho más allá de las fronteras provinciales.

Se merecen todo el apoyo que les llegue, tanto de particulares como de las instituciones. Hay que fijarse en ellos, no envidiarles (ninguna envidia es sana), sí copiarles. Bravo por Sarnago y sus gentes, que no desfallecen ni un solo día.