Huellas de Soria

Huellas de Soria

El Collado. Paseo comercial a pie de calle -Memoria y recuerdo-

Un collado, explica el diccionario de la RAE, es “Una depresión suave por donde se puede pasar fácilmente de un lado a otro de una sierra”. En el caso de Soria, del cerro del castillo al de el Mirón. Pero en Soria, el Collado es la principal arteria de la ciudad que discurre desde la plaza Mayor hasta la plaza del marqués de Vadillo, más o menos. Por esa costumbre de colocar a las calles nombres de prebostes políticos, fue por un tiempo calle Canalejas y, por bastante más, calle General Mola. Vuelve a ser el Collado, aunque popularmente nunca dejó de serlo. Como paseo comercial, en tiempos fue posible hacer todas las compras en esa calle, tanto en locales comerciales como en el mercadillo de los jueves, al que acudían las hortelanas de Los Rábanos y las lecheras de El Valle con su mantequilla, entre otros oficios.

Cada bajo de los edificios, y aún en los pisos, como los sastres, se podían adquirir todo tipo de productos. Los soportales propiciaban el bienestar necesario en días lluviosos o nevados. Evaristo Redondo, Megino, Sobrino de Samuel Redondo, Librería Jodra de donde (a buen seguro), conseguiría Tomás muchas de sus reliquias en papel y cartón, confiterías como Azucena, La Exquisita, los magníficos quesos de La Flor Sevillana… Hasta hace poco se podían comprar castañas asada en los soportales (ahora han trasladado el puesto a la plaza de Herradores).

Todavía, por fortuna, se pueden comprar libros y útiles de papelería en Las Heras. Graduarse la vista en Monreal. Comprar la medicación en Farmacia Carrascosa. Y, muy especialmente, el Casino de la Amistad sigue otorgando, a esta vía comercial, la clase y distinción única, a la espera de ser nombrado BIC, o lo que sea que se merezca, que es mucho. Joaquín Alcalde, en su blog www.joaquinalcalde.es/Blog se recrea en la Soria de aquellos tiempos, por lo que recomiendo acudir a él.

Todo lo anterior, apenas un aperitivo, y muchísimo más, puede verse, admirarse y contemplarse en el Espacio Alameda, en una exposición que durará bastantes días. Es emocionante ver a señores y señoras de mediana edad y también avanzada, detenerse ante fotos y soportes de la exposición, mirando todo con mucha atención y recordando tiempos pasados. No sólo sorianos de la capital, ya que de los pueblos acudían a comprar en esos comercios que ya no existen. Cuántas señoras comprarían la parte del ajuar que no se confeccionaba en casa, para ella misma o para las hijas. Cuántos dulces para celebrar eventos. Cuántos trajes para los hombres harían los sastres de el Collado, porque no todos los pueblos tenían sastre y siempre era necesario tener uno para las fiestas patronales, bodas y entierros. En fin, cuántos recuerdos pasarían por los ojos de tantos visitantes que apenas dejaban sitio para otros, lo que hacía comentar que “ya volverían en otro momento”. Todo esto se debe a Tomás Pérez Frías.

El autor

Tomás Pérez Frías es profesor Educación Física, hombre afable y educado y, muy especialmente, coleccionista de todo lo soriano, pasión que comenzó con la compra de postales en la extinta Droguera Moderna. Según nos contaba él mismo, cuando conversábamos para La última, de El Día de Soria, hace ya algún tiempo, se impresionó “por la cantidad de fotos y postales que había conseguido en Barcelona, Cuba, Italia, rastros, mercadillos, o gracias al intercambio, decidió dejar el coleccionismo desordenado, cambiar cantidad por calidad, y sistematizar, catalogar, estudiar y publicar, todo ello ayudado y aconsejado por el médico Miguel Ángel Nogueras, otro aficionado, además de amigo”. Investigador tan riguroso como coleccionista, ningún fotógrafo soriano se ha resistido a su indagación: Aurelio Pérez-Rioja de Pablo, José Casado López, Luis y Eduardo García Calavia, Manuel Blanco Sampedro, Apolinar Garijo, Tiburcio Crespo Palomar…, algunos de ellos con magníficos libros editados por la Diputación Provincial de Soria, en su imprenta. “Muy especialmente quiero reseñar el extenso artículo de casi cincuenta páginas publicado en la Revista de Soria número 96, titulado “José Ibáñez González. Pintor, dibujante e ilustrador de El Burgo de Osma”, un trabajo con abundancia de deliciosas ilustraciones que Tomás Pérez Frías da a conocer por primera vez y revive el trabajo del autor burgense de quien nada se sabía desde la última mención en la prensa soriana en 1929”, escribíamos también en La última

Fruto de su trabajo de años, ha resultado la exposición en Espacio Alameda, ese admirable lugar acristalado hacia otro no menos soberbio, como es la Alameda de Cervantes, la Dehesa, para los sorianos. La exposición está apoyada por el Ayuntamiento de Soria.